LA DEUDA

Mantener nuestros derechos, no es un capricho, ni un favor que nos hacemos. Es una deuda que tenemos con nuestros abuelos, que lucharon en la Guerra Civil, que mantuvieron toda la tensión social que pudieron, para presionar a aquél gobierno, y con nuestros padres, que apretaron, lo que pudieron, durante la transición, manteniendo esa tensión. Estamos en deuda, con cada uno de los esclavos que crucificaron los romanos, con cada uno de los proletarios que murieron de hambre manteniendo las huelgas en la revolución industrial. Con los intelectuales que buscaron soluciones, con los comunistas que sufrieron la caza de brujas...
No pagar esta deuda no nos va a suponer que nos desahucien, pero a lo mejor: Trae más cuenta pagar ésta, que la que tenemos con el banco.
Dar pasos atrás en la lucha, es acercarnos más a los relatos de hambre de mis visabuelos, en un pueblo, con tal sumisión grabada en las almas, que ni los nombres de los hijos los elegían. Se los decía el cura, según el santoral.

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