Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2020

MEDIUM

LA VOZ: Escúchame y dirán que eres un médium con la capacidad de hablar con los del más allá. EL SOLITARIO: Pero si digo que te oigo, que te escucho, dirán que estoy loco. LA VOZ: Pero si dices que te hablo y no dices que soy una voz del más allá serás una persona con enfermedad mental. Sin embargo, si dices que soy un espectro serás una persona prodigiosa, con un quinto sentido, un elegido de un dios, algo que unos no pueden entender, pero otros te venerarán por ello. El solitario se quedó mirando al vacío con la boca un poco abierta, era una decisión muy difícil pues no habría marcha atrás, si entraba en la red de la enfermedad mental ¿se pude salir? y si decía ser un médium ¿podría salir? Ahora su pueblo natal es lugar de peregrinación. Miles de personas le visitan al año.

MIEDO

(Encontré este relato entre mis notas, está fechado en abril del 2019)  No recuerdo bien como me encerraron allí, pues la fiebre me impedía ni tan siquiera mostrar resistencia mientras me encerraban en la ermita. Los hombres que me llevaron en vilo, yo no podía ni andar de debilidad, me dejaron caer en el rincón más alejado de la puerta, luego, oí a los que dejaron la comida y el agua pero no pude verles, se fueron lo más deprisa que pudieron. Cuanto menos tiempo estuvieran conmigo mejor, pues mi mal parecía aquella epidemia de la que hablaban, que había arrasado otros pueblos, que no dejaba supervivientes, que no dejaba a nadie con vida. Yo imaginaba esos pueblos anegados mientras me dejaba llevar por el sueño o el delirio. Pasó el tiempo, y no sé si el instinto o que me reponía, pero logré acercarme a comer y beber algo. Después, noté observando el sol que entraba por la reja de la puerta que cada vez pasaba más tiempo despierta, cuando lo que me pasó es que el aburrimiento vin

DISTRACCIÓN

No tenía certeza de que fuera un pasillo, si estiraba la mano izquierda tocaba una pared de cemento, burda, sin pulir; utilizaba esta referencia para caminar. El cañón del arma que llevaba en el cuello también la guiaba, estiró la mano derecha, pero no notó nada a ese lado. Daba cada paso muy despacio, notando bajo sus pies el suelo, y analizaba cada vez que movía la rodilla en busca de algún ruido en aquel silencio absoluto que acompañaba, en una concordancia irónica, a la oscuridad.  La persona que llevara el arma también se debía estar guiando por la misma pared que ella, pues no llevaba ningún tipo de luz, o quizás, hubiera recorrido tantas miles de veces ese mismo camino que ya no necesitara ver.  Doblaba la rodilla, levantaba el píe, tranquila, ese sería el último paso, pero no lo era, otra vez el mismo movimiento, agarrada a la pared, con miedo a caer al suelo.  ¿Por qué no disparaba ya?  Y un odio ancestral se apoderó de ella, fuera quien fuera quien la llevaba tan de

MONSTRUO

Cuando ya todos nos sentíamos a salvo, y creíamos que los monstruos eran cosas que habían pasado ya, incluso, no nos parecían Historia, nos parecían mitología, cuando ya estábamos seguros que no moriríamos apretados en las fauces de un cocodrilo ni de sed en el desierto, ni ahogados en el mar, entonces apareció el monstruo. Y se erguía sobre nosotros tan alto que su cabeza, la primera vez que la vi, me pareció una nube. Hasta entonces había oído hablar de las consecuencias económicas de su paso devastador por otros países, había visto las noticias, había recibido miles de chistes, miles de alarmantes noticias falsas, pero aún no lo había visto. Su cabeza, solo veía desde mi ventana, su cabeza, y me di cuenta entonces que le veía muy claro, porque era muy alto, pero, en realidad, si tenía esa envergadura, en realidad, sus píes estarían muy lejos. Pensé, por un momento, que a poco que yo supiera de ciencia, que sé poco, ese ser debía de tener suficiente altura para quemarse en su con