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Mostrando entradas de febrero, 2015

No sé ni cómo hablar de tí

No sé como hablar de ti, no sé como podría llegar a herirte lo suficiente, como podría hacerte llegar el desprecio que me mereces. No sabría cómo hablarte, no sabría el explicarte el miedo atroz que me da que la presión social me lleve a ser alguien como tú, entonces recuerdo. Estoy fuera de peligro, soy pobre, soy una nueva pobre. No me gastaré nunca cien euros en una crema antiarrugas, nunca tendré un diamante, nunca tendré un mercedes, por que nunca tendré suficiente dinero como para justificarme tirarlo así. No debo tener miedo a traicionarme a mí misma y ponerme un día unas tetas de silicona, simplemente por que nunca tendré tanto dinero para tirar como dinero cuesta esa operación. No seré tú, no me pareceré a ti. Tendré para siempre que buscar el placer en ser yo misma, en reírme con mis amigos mientras tomo una cerveza, la diversión de subir una escarpada montaña, la satisfacción de una buena conversación, el goce incomparable de encontrar un libro que me guste. Estoy a sal

LOS QUE NOS VENDEN Y LOS QUE NOS COMPRAN

Todo empezó como un día normal, estábamos en la oficina quejándonos a ratos y a ratos trabajando, cuando una de las becarias pidió ayuda para abrir la única puerta de salida del departamento. - ¿Alguien me puede ayudar? No consigo abrir la puerta. - ¡Tienes que poder abrir la puerta! ¡Es una puerta anti-avalancha! – dijo un compañero, se levantó y empujó la puerta con un dedo, con firme intención de humillar a la chica. La puerta no se movió, luego la empujó con las dos manos, después apoyando sobre ella todo el peso de su cuerpo. - ¡No se abre! Nos levantamos casi todos a ver sí podíamos abrirla. Nada, en medio del barullo, sonó un teléfono, el de la secretaría del jefe. Ninguno prestamos mucha atención, era sólo una llamada, sin embargo, cuando empezó a quedarse lívida, todos nos callamos, y nos acercábamos a ella sabiendo que cuando colgara, diría algo importante. - Unos terroristas nos tienen de rehenes. – Dijo, nada más. Corrimos todos hacía las ventanas. Abajo, la poli

COMO SI ESTUVIÉRAMOS ENFERMOS

Me he fijado que algunas personas, a los que nos vemos en el paro con una hipoteca y/o con cargas familiares, nos consideran culpables de nuestra situación. Creen que somos irresponsables que queremos que el Gobierno nos solucione un error propio. Hay, por contra, otras personas que empatizan con nosotros, nos entienden, en mayor o menor medida, nos apoyan, y ya sólo con eso, nos ayudan. Pero hay algo en común con ambos grupos, para ambos somos como enfermos. Unos nos culpan de nuestra enfermedad, y otros no, pero ambos nos ven como víctimas de una infección. Pues nadie quiere verse donde nos vemos nosotros, y todos cuando están con nosotros quieren que no salga el tema, mientras nosotros hacemos lo posible por recuperarnos de la dolencia. Incluso hay gente que evita el tema, por que sabe que decirnos: "es culpa tuya, podrías haber adivinado el futuro y no firmado" es cruel, pero es lo que piensan en realidad. Aunque lo que está claro es que nos convierte en un agente inf

EL AGUA DEL RÍO

El herrero enfrió la herradura en el agua, y pensó: “cómo se seque el río ¿con qué agua enfriaré el hierro?” luego herró al caballo del agricultor. Éste, mientras el buey con el que araba bebía en el río, pensó: “¡qué poco llovió este año! Como se seque el río ¿Qué daré de beber al buey?” luego saludó al molinero, muy preocupado, la corriente era tan poca que temió dejar de poder moler “entonces ¿Qué comeré si ya no podré cobrar por moler el trigo?” Sólo los pobres que en el último tramo de la corriente antes de que acabara el pueblo, recogían el agua con cubos, pensaron: “¡Cómo dejE de bajar agua, mucho antes de morir de hambre, moriremos de sed!”