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Mostrando entradas de octubre, 2018

CAUSAS PERDIDAS

A Juan José Núñez, que creo me quiere convertir. Sin ninguna duda el teléfono lo había cogido la de ellos que más amaba las causas perdidas. Dio las gracias por la llamada y colgó. Consciente de que tenía toda la atención de sus compañeros, amantes de las causas perdidas como ella, dijo directamente: - Ganamos, nos dieron la razón. El silencio fue el que se genera en torno al que va a morir, cuando ya se sabe será la última vez que respira. No eran capaces ni de llorar del dolor que se atenaza en sus pechos. Entonces uno de ellos se dio cuenta que era él el que debía actuar, ya que de todos, era el que más añoraba ganar de vez en cuando. - Tengo un amigo en una organización de los que aman algo más las causas factibles. Puedo llamarle y que se haga cargo él de esto. Las lágrimas ¡por fin! en uno de los compañeros, que contestó. - Te va a mandar a la mierda. - No, por que a ellos sí les gusta ganar, no siempre defienden causas perdidas. No son perseguidores acérrimos de la ut
QUE INCREÍBLEMENTE COMÚN ES SENTIRSE RARO

PRISA

Solo un caso. Os robo un momento para contaros algo. En la residencia había una anciana muy delgada, decía que había sido así toda la vida. Nació en los años del hambre y ya, de pura costumbre, no sabía llenarse la barriga, nunca había sabido comer mucho. Estaba muy bien de salud, no tomaba medicación ¡a sus años! y había acabado allí por una causa totalmente ajena, era muy pobre, y así dio con sus huesos en aquél lugar, si no de qué. Se valía mejor que tú y que yo. Una tarde pidió de forma urgente que abriéramos el armario donde se guardaban los libros. El hombre encargado de abrírselo no lo entendió pues ella tenía a medias una novela actual, ligera, fácil de leer (como espero que sea este blog) y sin embargo le pedía un clásico, un libro menos... habitual. Y, además, le metía prisa, y eso, no era normal en ella. En el comedor, a la hora de la cena pasó lo mismo. Quería llegar a su habitación con urgencia. Luego revolvió todos sus cajones buscando el camisón más bonito que ten

El interior

El joven aprendiz de médico miró el cadáver despedazado para su aprendizaje de un esclavo. Luego miró con atención el interior del Señor que intentando salvarlo a la desesperada había acabado igual de maltrecho que aquél que había servido para aprender. Miraba el corazón, el hígado, los intestinos. Iba de uno a otro buscando la resolución de un enigma. El profesor que le vio le preguntó. - ¿Qué te pasa? - Miro el interior del esclavo y del Señor y son exactamente iguales. - El profesor, se encogió de hombros sin saber a qué venía la pregunta. - ¿Entonces?  - siguió el aprendiz de médico - Si somos iguales ¿De qué dependen que unos sean esclavos y otros no? - Eso solo depende de de quien seas hijo.

TÚ Y YO

Buenas tardes, no, buenos días, tampoco, buenas noches, eso sí que no. Mis noches se han convertido en algo sagrado, algo que hay que dedicar o a abrazar a pequeños cuerpecillos asustados, por una pesadilla, la propia tos, un ruido en la calle, o en dormir. Así que buenas noches tampoco, entonces: Buena nueva etapa de mi vida ( a mi misma). Vuelvo al blog, espero, vuelvo a las letras consecutivas con más o menos sentido, vuelvo a los atracones de café por una oportunidad de inspiración. Vuelvo al robo de las musas de otros, a leer sus textos intentando así escuchar, sutilmente el murmullo de la musa que les dio el don de las palabras que han llegado lo bastante lejos como para llegar mí. Vuelvo, y sé que no le da miedo a nadie la vuelta de una escritora anónima. Ni villana heroína. Pero vuelvo, y aunque sospecho que mucho de lo que escribo, aunque lo publico, solo lo leo yo. Vuelvo. Bienvenidos, de nuevo, a los desvaríos que intento se les de el nombre de cuentos.