Se me ha quedado pequeña la jaula

Tengo dos amigos (bueno, un amigo y una amiga) que tienen sendos grupos de música. La penúltima vez que fui a uno de sus conciertos me di cuenta de algo, que, naturalmente como todas estas cosas, ya estará descubierto e investigado. Sin embargo, igualmente, me gustaría escribirlo aquí. Antiguamente existían los artistas locales. Eran artistas, escritores, poetas, pintores, músicos... que eran conocidos en su región (más o menos extensa). Hoy en día, con la excesiva cantidad de información que recibimos continuamente, parece que esto se pierde, y ahora, para competir - como intento hacer como escritora - hay que ser alguien o con excelentes contactos o un talento indescriptible. Sin embargo, en la actualidad, donde ya no queda casi nadie en círculos pequeños y donde llegan a nosotros, películas, canciones, novelas... de todas partes del globo, parece que echamos de menos la localidad. La cultura de aldea, donde el artista que tocaba era un/a amigo/a, y los juicios no eran

Hablan de la república, hablo de la república, y me doy cuenta que hay muchas preguntas a las que no tengo respuesta. Sin embargo, de vez en cuando merece la pena hacer algo cuyas consecuencias no se pueden adivinar y nos da el vértigo propio de una caída al vacío. Simplemente porque sabemos que nuestros abuelos estarían orgullosos. Detrás de la bandera tricolor están el hambre, la lucha y la esperanza de nuestras abuelas y abuelos. Con o son expectativas de que haya vida al otro lado, queda la certeza de que debemos recoger el testigo de quienes defendían lo que hoy está de moda, cuando no lo estaba.