DISTRACCIÓN

No tenía certeza de que fuera un pasillo, si estiraba la mano izquierda tocaba una pared de cemento, burda, sin pulir; utilizaba esta referencia para caminar. El cañón del arma que llevaba en el cuello también la guiaba, estiró la mano derecha, pero no notó nada a ese lado.
Daba cada paso muy despacio, notando bajo sus pies el suelo, y analizaba cada vez que movía la rodilla en busca de algún ruido en aquel silencio absoluto que acompañaba, en una concordancia irónica, a la oscuridad. 
La persona que llevara el arma también se debía estar guiando por la misma pared que ella, pues no llevaba ningún tipo de luz, o quizás, hubiera recorrido tantas miles de veces ese mismo camino que ya no necesitara ver. 
Doblaba la rodilla, levantaba el píe, tranquila, ese sería el último paso, pero no lo era, otra vez el mismo movimiento, agarrada a la pared, con miedo a caer al suelo. 
¿Por qué no disparaba ya? 
Y un odio ancestral se apoderó de ella, fuera quien fuera quien la llevaba tan despacio a la muerte lo estaba haciendo por dos motivos, o por qué no quería arrastrar su minúsculo cadáver hasta el final de aquel pasillo, o lo que fuera, o porque disfrutaba de sentir el miedo de quien va a morir. 
El odio es una emoción muy peligrosa, sobre todo si la sienten contra ti y fue en realidad en ese momento en el que decidió huir. 
Había perdido toda esperanza de salir de allí con vida, pero ahora tenía una fuerza que desconocía, hacerla avanzar despacio hasta su muerte era ya la última de todas las torturas, pero no iba a ser la última porque fuera la que precediera a la muerte. 
Decidió dar batalla. 

El verdugo se presentó temblando frente a sus superiores, le habían quitado el arma a la vez que le habían dicho: 
- El jefe quiere verte. 
No entendía como se le había podido escapar nadie, había sido tan sencillo como que en aquella oscuridad no pudo controlar los anarquicos movimientos de la condenada. 
Hasta que ella, empujando desesperada cada superficie que encontraba había dado con una puerta corta fuegos que daba a una calle muy céntrica de la ciudad, y se había perdido entre la multitud que hacía sus compras navideñas. 

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