LOS SERVICIOS SOCIALES.

Como he puesto en varias de las entradas, yo estudié la carrera de Trabajo Social, durante años ejercí una profesión interesante, dinámica y gratificante para mí. Pero también formé parte del bienestar social, de derechos que las personas se han ganado, sin ninguna duda. Si no hay unos Servicios Sociales de calidad no hay Estado de Bienestar, o se convierte simplemente en un bonito vocablo, en una palabra de adorno en los discursos de los políticos. Además la falta de Derechos Sociales horada y disminuye la democracia, pues al mermar éstos merma notablemente la igualdad de oportunidades, y por lo tanto queda en tela de juicio aquello que no debemos olvidar defender: la democracia. Debido a los vaivenes a los que me ha sometido el mercado laboral ya para mí el Trabajo Social se ha convertido en una playa que veo de lejos, que dejé atrás, con el que sigo teniendo contacto pues busco ofertas, organizaciones, para echar el C.V., hablo con amigas que siguen dedicándose a ello... pero el viernes me devolvieron a él, de golpe, y de cabeza, cuando en La Sexta Columna estuvieron hablando de ellos. Tras ver, casi sin parpadear, - que cada vez que ponían anuncios daba gracias pues así podía relajar un poco los ojos, - el programa, me quedé de una pieza. Yo, que tantas veces he comentado que no es tan fácil quitarle a la gente sus derechos, tuve que tragar saliva, con amargura, para darme cuenta que quizás nadie percibió mi trabajo (y el de más gente) como un derecho, si no que siempre lo vieron como una "gracia" que el Gobierno tenía con ellos, como un detalle, o quizá, incluso, como un pago a sus votos. Fue triste. Es triste. Tan triste que pensé en esta entrada como algo cómico para el otro blog, y no me ha salido, la he tenido que copiar y pegar aquí. No quiero ponerme en plan conspiranoide, pues no sé si quieren destruir los Servicios Sociales, pero, desde luego, van a conseguirlo. Están tan, tan cerca de conseguir destruirlo que sólo les falta ir a las casas de las trabajadoras sociales, educadoras, psicólogas sociales... a pedirnos el título, para destruirlo, y así, poder olvidarse del problema.

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