¡QUÉ PENA!

No se consigue una niña tan especial como ella sin la colaboración de todos, sin que todos estén implicados. Su madre, su padre, los abuelos, las profesoras y los pocos profesores que tuvo. Incluso la mujer de la zapatería que la atendía y asesoraba a su madre sobre el mejor calzado. Otras personas del parque al que iba a jugar, y, claro, naturalmente sus amigos y amigas.
Era perfecta, era libre.
Sabía que lograría las metas de su vida sin tener que casarse. Sabía que sería una mujer completa aunque no tuviera hijos. No tenía miedo, no aguantaba lo que no hay por qué aguantar.
Sin embargo llegó el día de dejar el hogar de sus padres y descubrió que con su sueldo no le daban ninguna hipoteca, y no le llegaba para pagar el alquiler de un piso.

Los niños que respetan de forma natural, no como un favor, no se consiguen solos. En su educación tuvieron que colaborar abuelos, padre y madre, su hermano mayor, sus primas pequeñas. Las profesoras que tuvo y los cuentos que le leyeron de pequeño.
Él era perfecto, era libre.
Sabía que las mujeres no están ahí para satisfacerle a él, si no para ser sus amigas, o sus enemigas (según el caso).
Sin embargo llegó el día de independizarse, y sin pareja no le llegaba para poder vivir.

Pero ellos ya eran el resultado de la lucha de otros. Y cuando se encontraron fueron compañeros en hacer una reivindicación distinta. Una que no haga casi imposible independizarse sola/o.

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