LA MUERTE LIBRA DEL FRACASO.

Mi primer cuento lo escribí el año que aprendí a escribir. Así, directamente, causa y efecto, aprendí y realicé el cenit de la actividad misma.
Luego, más tarde, en la adolescencia, tras años sin llevar al papel las historias que inventaba, abandoné mi diario sin abandonarlo. Continúe con él, pero ya no describía mi vida, lo que me sucedía, si no lo que imaginaba cuando soñaba despierta.
Escribir es lo que me define, es la actividad que me diferencia, es aquello que hago a cambio de nada, es mi identidad más secreta y más íntima.
Durante años no me he atrevido a presentar mis escritos a editoriales, a concursos o simplemente a mi familia y amigos.
Me aterra que no guste.
Fracasar como escritora sería el "no" más definitivo que puedo recibir, el más doloroso. Pero he decidido que la muerte me librará de enfrentar tal mal.
Simplemente, por que siempre habrá alguna editorial que aún no ha contestado, algún caza talentos que aún no ha leído mis páginas, algún suceso que me lleve a la gloria del Parnasso que esté aún pendiente.
Mientras las obras sigan circulando en el aparente infinito que es Internet, habrá esperanza de que acierten con una sensibilidad o que en una época futura respondan a un interés estético.
Así que estoy tranquila, cuando muera mi obra seguirá escrita, a algún sitio llegará. Si nunca llega a ninguna parte, nunca lo sabré.

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