TODA LA VIDA

Como editor casi todos los días recibía varios penosos manuscritos. Se me caía el alma a los pies, sobretodo, cuando recibía un libro de cientos de hojas, un trabajo hercúleo, y descubría lo que yo llamo "plagio involuntario" ¡pasa tanto!. A uno se le viene una idea genial a la mente, maravillosa y resulta que alguien ya ha explotado ese mismo argumento hace siglos, décadas o años.
Pero hubo una vez que recibí un gran libro, una gran idea, un gran desarrollo, bien documentado, bien depurado en cada detalle. Con cientos de cosas mejorables, pero marcadamente trabajado.
Quise entrevistarme con la autora, por su puesto. Imaginé que sería una chica joven que acabados los estudios se había tomado un tiempo para escribir dando lugar a esa maravillosa obra. También podía ser una jubilada que igualmente había empleado unos años a trabajar la literatura.
No tenía ninguna referencia de ella cuando la cité en mi despacho, y cuando entró tuve que pestañear. No cumplía ninguna de mis expectativas, tendría unos cincuenta años... Era justo la edad que no esperaba.
No lo pude evitar e indagué sobre su circunstancia personal, si había sacado el tiempo pues siendo ama de casa sus hijos ya eran autosuficientes... y ella me contestó.
- No, no fue eso, no tengo hijos, sigo trabajando... no me arrastró a la literatura un despido ni ninguna circunstancia que me llevara a tener más tiempo. Esta obra la empecé a escribir con veinte años, aún en la universidad, luego, el trabajo, ya sabe usted. Así que he ido sacando una hora o dos diarias durante treinta años y así, frase a frase, escribí el libro.
Yo, estupefacto me di cuenta de que la historia de como se había escrito el libro tenía más fuerza que el propio libro.
El relato de la constancia de la autora salió en la sinopsis del libro. Y en una banda que atravesaba toda la portada ponía: "el libro de los treinta años"

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL MAL ESCLAVO

LA SACRÍLEGA MUSA

1984