LA ESCRITORA MEDIOCRE
Entonces la escritora mediocre cerró el libro. Satisfecha y llena de júbilo.
Era ya una señora muy mayor, que había decidido, con toda disposición, que ya había escrito lo mejor que pudiera llegar a escribir jamás. Ahora esperaba, al próximo acontecimiento político, por el que poder escandalizarse, o tomar partido, o a la siguiente celebración familiar.
Su hija, la miraba interrogante. Aquella novela, que había devorado la anciana en apenas una semana, había sido descrita como la mejor novela del siglo. Ahora, la familia le preocupaba que la escritora mediocre sintiera aquello como una derrota, con el subsiguiente dolor. Pero la anciana, sonreía.
- Yo, - dijo a su hija al fin – soy, en parte, causa de esta novela. – Y como vio en sus ojos la incomprensión siguió – para que se escriba un libro tan bueno como este tiene que haberse escrito por lo menos cien malos. Yo he contribuido a esta novela, escribiendo los malos.
Era ya una señora muy mayor, que había decidido, con toda disposición, que ya había escrito lo mejor que pudiera llegar a escribir jamás. Ahora esperaba, al próximo acontecimiento político, por el que poder escandalizarse, o tomar partido, o a la siguiente celebración familiar.
Su hija, la miraba interrogante. Aquella novela, que había devorado la anciana en apenas una semana, había sido descrita como la mejor novela del siglo. Ahora, la familia le preocupaba que la escritora mediocre sintiera aquello como una derrota, con el subsiguiente dolor. Pero la anciana, sonreía.
- Yo, - dijo a su hija al fin – soy, en parte, causa de esta novela. – Y como vio en sus ojos la incomprensión siguió – para que se escriba un libro tan bueno como este tiene que haberse escrito por lo menos cien malos. Yo he contribuido a esta novela, escribiendo los malos.
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